Cerca de un 40 por ciento de las tierras agrícolas del mundo presentan un índice de salinidad más elevado de lo que las plantas toleran, lo que limita su uso y merma la productividad. Los tomates que se han conseguido en laboratorio pr modificación genética resisten una concentración de cloruro sódico (sal ClNa) en el agua de hasta 200 milimoles, más de una tercera parte de la sal que contiene el agua de mar.Los científicos han demostrado en el laboratorio que las plantas modificadas genéticamente pueden crecer y dar fruto con aguas de irrigación que tengan 50 veces más contenido de sal de lo normal.El sistema de transporte de proteínas utiliza la energía disponible en las células para arrastrar la sal, en forma de iones de sodio, y almacenarlo en unos compartimentos dentro de las células denominados vacuolas. Una vez que la sal se aloja en las vacuolas, queda aislada del resto de las células y no puede interferir con la actividad biológica de la planta.
