Los gases de escape de las turbinas de los motores a reacción contienen dióxido de carbono, óxidos de azufre y nitrógeno, carburante sin quemar, hollín y partículas metálicas además de vapor de agua. Su temperatura es muy elevada y contrasta con los -50 ºC a 10.000 metros de altura, por ello se enfría bruscamente y condensa el vapor de agua alrededor de las partículas de hollín formando una estela alargada de vapor de agua cristalizado que sigue la trayectoria del avión.
En realidad, el proceso es el mismo que opera cuando exhalamos nuestro propio aliento en un ambiente frío: nuestra respiración se condensa brevemente.