En 1962, John F. Kennedy afirmaba que “si pudiéramos producir agua potable a bajo coste a partir del agua de mar, sería un auténtico servicio a la humanidad, que eclipsaría cualquier otro logro científico”. Hoy su sueño se ha convertido en realidad.
El proceso de evaporación puede separar la sal del agua de mar pero este proceso necesita de gran cantidad de energía y económicamente no es rentable además que en la obtención se produce contaminación.
Por fortuna hoy disponemos de un método mucho más eficiente, económico, sofisticado y respetuoso con el medio ambiente, se trata del método de ósmosis inversa.
El proceso de ósmosis inversa transforma el agua salada en agua dulce consiste en un fenómeno natural que se produce en todas las células de los seres vivos por el cual si dos disoluciones de diferente concentración salina se ponen en contacto a través de una membrana, el líquido se mueve de la solución más diluida a la más salina hasta igualar las dos concentraciones. Sin embargo si de forma artificial aplicamos una presión en el contenedor de la solución más concentrada, el agua se mueve en la dirección contraria. A este proceso se le conoce como ósmosis inversa.
Unas bombas proyectan presión al agua salada produciendo la extracción del agua a través de unas membranas. El agua separada tiene rebajada su concentración de sal a niveles óptimos y posteriomente con un tratamiento de cal y de CO2 se convierte en agua potable almacenada para consumo humano
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