En 1946, Percey Spencer estaba realizando un experimento relacionado con el radar, usando un magnetrón, cuando se dio cuenta de que un dulce que tenía en el bolsillo se había derretido. ¿Habrá sido casualidad? Percey no lo creía así, por lo que probó nuevamente con maiz e incluso un huevo de gallina. Ya os podéis imaginar lo que pasó, jeje Años más tarde, Percey inventaba el microondas. Pero, ¿cómo funciona?
El magnetrón que hay dentro de los microondas, genera unas ondas de muy alta frecuencia que son capaces de penetrar en los alimentos. Estas ondas, al llegar a las moléculas de agua (y algunas grasas y proteínas) que contienen los alimentos, hacen que éstas empiecen a vibrar y chocar entre ellas, calentando el alimento. Por eso, a diferencia del horno o de una sartén, el microondas calienta homogéneamente, no desde fuera. Es decir, calientan allá donde haya agua.
¿Y por qué hay que hacer girar la comida dentro del microondas? Las ondas que se han generado van a rebotar en las paredes y chocar entre ellas, causando interferencia entre ellas. Tras ese proceso de interferencia, algunas se habrán hecho más fuertes y otras más débiles, es decir, algunas calentarán más y otras menos. Para evitar que la comida no se caliente por igual y haya zonas frías y otras calientes, se hace girar al alimento, consiguiendo que el calentamiento sea más uniforme.