Una de las cosas más llamativas de los gatos son sus bigotes, que son tan largos como ancho es el animal. Pero no solo dispone de esos bigotes, sino que sobre sus ojos y bajo la barbilla también le crecen otros pelos de igual características.
En realidad, todos esos pelos (incluidos los del bigote) tienen una función fundamental en los gatos: el de sensores.
Cada pelo dispone de una serie de sensores que ayudan al gato a la hora de caminar a oscuras, medir el espacio de un hueco por el que se va a meter e incluso para cazar y pillar más fácilmente y transportar entre los dientes a su presa.
Los pelos que crecen sobre sus ojos les sirven para que, con el mínimo roce o contacto, puedan cerrarlos rápidamente como si de un autoreflejo se tratase y así quedar protegidos de cualquier agente externo que pudiese dañarlos.
Los bigotes disponen en su raíz de diferentes células sensoras, las cuales se encargan de enviar a las diferentes áreas del cerebro todos los datos que captan.