La palabra "Murciélago" significa ratón ciego (proviene del latín: muris-ratón, ceaculus-ciego).
Sin embargo, los murciélagos tienen una visión muy sensible, probablemente mejor que la nuestra cuando hay poca luz, pudiendo perfectamente volar e identificar a sus presas por medio de la vista.
Una de las creencias más populares sobre los murciélagos es que son ciegos y que lograr volar sin chocar contra los obstáculos presentes en su camino, gracias a su sentido de la audición. Hay parte de mentira y parte de verdad en esta afirmación, pues si bien no son ciegos, se comunican y detectan obstáculos en la oscuridad gracias a los sonidos.
Utilizan la vista como ayuda en la navegación, especialmente en distancias largas, a las que no alcanza la ecolocalización. La ecolocalización es el sistema que les guía ante obstáculos y les sirve de comunicación. La ecolocación se asemeja al funcionamiento de un sonar activo; el animal emite un sonido que rebota al encontrar un obstáculo y analiza el eco recibido. Logra así, saber la distancia hasta el objeto (u objetos), midiendo el tiempo de retardo entre la señal que ha emitido y la que ha recibido.
Sin embargo, el sonar se basa en un estrecho haz para localizar su objetivo, y la ecolocación animal se basa en múltiples receptores. Dichos animales tienen dos oídos colocados a cierta distancia uno del otro, el sonido rebotado llega con diferencias de intensidad,tiempo y frecuencia a cada uno de los oídos dependiendo de la posición espacial del objeto que lo ha generado. Esa diferencia entre ambos oídos permite al animal recrear la posición espacial del objeto, incluso su distancia, tamaño y otras características.
El murciélago genera el ultrasonido en la laringe y lo emiten a través de la nariz o por la boca abierta. La llamada del murciélago utiliza una gama de frecuencias comprendida entre 14.000 y 100.000 Hz, frecuencias la mayoría por encima de la capacidad auditiva del oído humano (de 20 Hz a 20.000 Hz).